Rociador de agua de limpieza
El rociador de agua de limpieza, también llamado boquilla de lavafaros o pulverizador de proyector, es una parte integral del sistema de lavado a alta presión dedicado a los faros delanteros. Ubicado en el parachoques, justo debajo del bloque óptico, puede ser fijo o telescópico: al activarse, una pequeña bomba envía líquido limpiaparabrisas a través del rociador, que sale o gira para pulverizar un chorro en abanico sobre la superficie del faro. Este chorro elimina el barro, la sal y los insectos, garantizando una iluminación óptima del haz de luz y, por lo tanto, una visibilidad máxima de noche o con mal tiempo.
Diseñado en plástico técnico o metal tratado, el rociador de agua de limpieza soporta presiones superiores a las del limpiaparabrisas. Una válvula antirretorno limita el vaciado del circuito, mientras que un pequeño filtro protege la boquilla de las impurezas. El conjunto funciona por impulsos: unos segundos son suficientes para limpiar el cristal sin consumir demasiado líquido.
¿Cuándo cambiar la pieza?
Aunque es discreto, el rociador de agua de limpieza está expuesto a las proyecciones de grava y a los golpes de estacionamiento. Su vida útil promedio es de 8 a 10 años, pero puede reducirse en vehículos que se usan mucho en invierno o que circulan en carreteras con grava.
- Boquilla o varilla telescópica rota tras un golpe en la acera
- Chorro irregular, en niebla o totalmente ausente
- Fuga de líquido limpiaparabrisas bajo el parachoques
- Testigo de nivel de limpiaparabrisas que se enciende anormalmente a menudo
- Faro opaco a pesar de la activación del sistema de lavafaros
Se recomienda una inspección visual en cada cambio de aceite y una prueba de funcionamiento al cambiar las escobillas del limpiaparabrisas. En un vehículo que circula por carreteras saladas, examine el rociador de agua de limpieza antes de cada temporada de invierno.
¿Por qué cambiarlo?
Un rociador de agua de limpieza defectuoso permite que la suciedad se acumule en la lente del proyector. Una capa de barro de 1 mm puede reducir en un 40 % la intensidad luminosa. La consecuencia inmediata es una distancia de frenado alargada de varios metros por la noche o bajo la lluvia, con un mayor riesgo de accidente. Los faros sucios también desgastan prematuramente la bombilla o el módulo LED, que se sobrecalienta para compensar la pérdida de flujo luminoso.
Además, un chorro mal orientado puede provocar goteos en el parachoques y alterar la pintura. Una fuga permanente vacía el depósito de limpiaparabrisas: en caso de control técnico, la ausencia de líquido o un rociador inoperante constituye un motivo de revisión para los vehículos equipados con óptica de xenón o LED de encendido de alta intensidad.
Reemplazar el rociador de agua de limpieza al primer signo de debilidad es preservar el rendimiento de sus proyectores, mantener la conformidad reglamentaria y conducir con seguridad. Esta intervención rápida y económica evita reparaciones más costosas en el sistema eléctrico o el bloque óptico.
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