Los depósitos
Los tanques de combustible para automóviles están diseñados para recibir y almacenar combustible en forma líquida. Sin embargo, algunos vehículos disponen de un depósito de aire comprimido o de hidrógeno que utilizan como combustible.
Anteriormente hecho de chapa por razones de peso y seguridad, hoy en día se hace con mayor frecuencia de material sintético.
El polietileno sufre un alargamiento muy significativo (~10 %) bajo impacto sin romperse, lo que le da al tanque un excelente desempeño en términos de resistencia al choque. Asimismo, su baja conductividad térmica reduce la transferencia de calor, lo que reduce la vaporización y presurización del tanque de combustible en caso de incendio debajo del vehículo.
El reducido peso del sistema de plástico reduce el consumo de combustible y por lo tanto la producción de CO₂. Los biocombustibles no presentan problemas de compatibilidad química o corrosión con este tipo de depósitos.
La flexibilidad de la tecnología de fabricación de los depósitos de plástico permite utilizar todo el espacio disponible debajo del vehículo para producir formas muy complejas maximizando la autonomía del vehículo. Además, no hay corrosión ni en el interior ni en el exterior gracias al uso de materiales plásticos.
El sistema de combustible generalmente consta de los siguientes componentes:
- Tapón y cuello de llenado encontrados al nivel de la tapa de combustible
- Depósito de combustible
- Sistema de gestión de vapor
A la salida del tanque encontramos:
- La bomba de combustible, el filtro y el indicador
- La línea de suministro del motor y el filtro de combustible.
La gran mayoría de los depósitos de combustible almacenan gasolina o diésel en forma líquida. Son de plástico, HDPE:
- Depósitos de diésel de una sola capa
- Fluorados o multicapa (polietileno, adhesivo, barrera, adhesivo, polietileno) para depósitos de combustible.