La leyenda de Abarth nació de un desafío lanzado por Karl Abarth.
Karl, de once años, cubrió las ruedas de madera de su patineta con un cinturón para correr más rápido y vencer a los demás en una carrera de barrio. Transformar el servicio en rendimiento es el ADN de Karl Abarth, que está obsesionado con las competiciones y se reta constantemente a batir nuevos récords. Después de trabajar en la industria de conductores, automóviles y motocicletas, Karl Abarth y Guido Scagliarini fundaron Abarth & C. en 1949.
El primer coche fabricado, el 204 A Roadster, partía del FIAT 1100, e inmediatamente ganó los campeonatos italianos de 1100 Sport y Fórmula 2. En tan solo unos años, Abarth & C. tenía una plantilla de 75 personas y fabricaba aproximadamente 300 000 tubos de escape al año.
Los coches Abarth deben ser flexibles, eficientes y potentes, pero sobre todo pequeños y agresivos, a semejanza del escorpión. Sus coches modificados han ganado todas las carreras en las que han participado, y el mismo Karl Abarth ha conseguido muchos récords.
En las décadas de 1950 y 1960, la marca Abarth se convirtió cada vez más en sinónimo de deportividad, cambio y rendimiento en el imaginario colectivo. Se trata, por tanto, de una auténtica revolución en la industria de los coches deportivos.
Karl Abarth, de 57 años, condujo su Clase G Fiat Abate «récord de 1000 monoposto» para lograr un récord de aceleración. Al día siguiente batió el mismo récord en un monoplaza Clase E. Para caber en el habitáculo, tuvo que hacer una dieta a base de manzanas para perder 30 kg.
El ADN de la marca Abarth no ha cambiado y sigue siendo sinónimo de rendimiento, placer de conducción y deportividad. Al aceptar continuamente nuevos retos, creando coches únicos y proporcionando fuertes emociones a quienes tienen la suerte de conducirlos, la historia de Scorpion continúa.